Con objeto de rescatar todo lo posible la antigua Semana Santa Jumillana, llegamos al acuerdo de recuperar las tradicionales túnicas de mediados del siglo XIX, en cuanto a su diseño, estilo y hechura; La túnica son de lana con poliéster en color marrón oscuro, parecido a la túnica de los franciscanos. Están inspiradas en las antiguas de las de las hermandades de San Pedro o la Magdalena, con un capuz corto, en el que lleva bordado el escudo de la cofradía. Contorneado con fleco de plata la parte inferior de la túnica, las mangas y el capuz.
Esta copa de ungüentos que saca la Cofradía pretende recordar la mirra que depositaron en el cuerpo de Jesús, para depositarlo en el Sepulcro.
Se trata de la copia de una antigua copa de la época. Esta es de origen iraquí comprada en el rastro de París para procesionar en la tarde del Sábado de Gloria.
Esta Cruz Patriarcal está destinada a que la procesione el Padre Guardián del Monasterio de Santa Ana, cuando participe con la cofradía detrás del tono con el Santísimo Cristo Yacente del Monasterio de Santa Ana. Si él no asistiera a la procesión, la procesionaria en su nombre un hermano de la cofradía.
En el refectorio del Monasterio podemos ver seis pequeños retablos de azulejos encastrados en hornacinas, de procedencia valenciana, entre los que se encuentra uno de San Francisco a San Francisco de Asís, de finales del siglo XVIII catalogado entre 1790 y 1800, con una cruz patriarcal, como símbolo de Patriarca fundador de una orden religiosa, como es la familia franciscana.
La Cruz Patriarcal representa a San Francisco de Asís, en primer lugar por su significado en sí, y en segundo lugar por los grabados que la han enriquecido, como son el Cristo de San Damián, pieza esencial para que San Francisco iniciara su andadura para la fundación de la Comunidad Franciscana, cuando un día orando ante el Crucifijo de San Damián el Señor le habló: «El Señor me ordenó restaurar la capilla de San Damián», por lo que los primeros biógrafos atribuyen mucha importancia al encuentro de Francisco con el Cristo de San Damián, y no vacilan en afirmar que desde aquel día Francisco llevó ya en su corazón las llagas que llevaría impresas en su cuerpo al final de su vida, y el INRI, también procedente de la misma cruz, y que su traducción dice: Jesús de Nazaret rey de los judíos.
Pasada la Semana Santa de 2010 el Sr. Párroco de la iglesia de El Salvador, nos regaló una cruz con una reliquia del Monte Calvario de Jerusalén, proveniente de una feligresa de su parroquia, con el ruego de que nos la hiciera llegar.
Se trata de una cruz de madera de olivo, en la que lleva incrustado una reliquia del Monte Calvario, debidamente lacrada para certificar su autenticidad. Esta cruz se solía entregar a las personas que iban a Jerusalén en los años 50, para hacer algún Cursillo de Cristiandad, por lo tanto debe de tener unos 60 años de antigüedad.
Una vez que tuvimos la cruz, con la reliquia, la llevamos a Orfebrería Villena, para igual que la Cruz-Guía, le incorpore unas terminaciones de plata y un INRI, cincelado a mano, para imprimirle mayor solemnidad.
Esta cruz esta cruz procesiona delante de nuestro paso en compañía de la copa con la mirra y los clavos de Cristo.
La mirra es una sustancia aromática que menciona San Mateo y San Juan. Se trata de una gomorresina aromática exudada por diversos árboles del noreste de África (Somalia), Arabia y Anatolia (Turquía). De la familia de las burseráceas (Commiphora abyssinica), es un árbol espinoso que alcanza una altura de 1,2 a 6 metros (Burgstaller, 1984:102), y presenta un tronco al que se le practican incisiones para recoger una sustancia que, al secarse, se torna roja, traslúcida, frágil y brillante.
Su nombre, mirra, proviene del myrrha, que significa amargo, se refiere a la asociación de la mirra con el dolor, en referencia a su empleo funerario.
Muy apreciada en la antigüedad y de múltiples usos, se utilizaba la mirra para la fabricación de perfumes, ungüentos, medicinas. Se le atribuía también un cierto efecto narcótico. Era práctica entre los romanos, como resabio de compasión hacia los condenados a tormento seguido de muerte, que se les ofreciera vino mezclado con mirra, a fin de adormecerlos previamente a su agonía. Antes de clavar a Jesús en la cruz le ofrecen, según esta costumbre, vino con mirra, bebida que rechaza: "Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, más él no lo tomó" .
Se usaba también en los embalsamamientos: los egipcios llenaban los cuerpos vacíos con mirra en polvo. Por un lado, tapaba los olores de la carne en descomposición y también ayudaba a conservar el cadáver. Asimismo, se creía que purificaba el cuerpo, preparándolo para la vida en el más allá. Los judíos, que no practicaban el embalsamamiento, usaban mirra y áloe en los ungüentos funerarios para la preservación del cuerpo. Los cadáveres eran perfumados y ungidos con óleos y sustancias aromáticas antes de ser envueltos en lienzos blancos.
Según nos relatan los Evangelios a Jesús, José de Arimatea y Nicodemo Lo ponen en un sepulcro nuevo con muchos ungüentos que llevaban, entre ellos mirra (más de treinta kilos). Allí consuman el acto de piedad del enterramiento. Rodean el rostro de Jesús con un sudario, colocan unas monedas en los ojos, según la costumbre, y lo envuelven en una sabana de lino que rodea todo el cuerpo.
Uno de los tres símbolos de la Pasión que sacamos en procesión son cuatro clavos de hierro, antiguos, como recuerdo de los utilizados en la crucifixión de Jesucristo (las dos manos y los dos pies).
“En el lugar de la crucifixión, sus muñecas fueron clavadas al patíbulum, y, luego que el patíbulum fuera alzado hasta el poste (estípite), sus pies fueron clavados al estípite”.
Basado en los retablos de relicarios del Monasterio de Santa Ana del Monte, la cofradía ha realizado el encargo de una Cruz Guía-Relicario, al escultor y restaurador jumillano Mariano Spiteri, con una serie de reliquias que nos han enviado desde Italia, al igual como ocurriera con las reliquias del Monasterio donadas por el Marqués de Villena y que también las enviaron desde Italia. Nuestras reliquias son de mediados del primer tercio del siglo XVIII y al menos dos de principios del XIX.
Hemos querido que este grupo de reliquias esté relacionado con la familia franciscana, con la Semana Santa, con Jumilla y con la propia Cofradía.
Reliquias:
5 Apóstoles
Santiago el Mayor – Residencia canónica de la Cofradía en la Parroquia de Santiago, y Patrón de España
Santiago el menor – Llamado el hermano de Cristo (familia más cercana a Jesús)
San Juan Evangelista – Evangelio más prolífico en los datos del enterramiento de Jesús.
San Mateo – Evangelista que relata la muerte de Cristo
Santo Tomás – Nos revela la resurrección de Cristo, eje de nuestra religiónRelacionadas con nuestra. Semana Santa
San Vicente Ferrer – Fundador de nuestra Semana. Santa, por los sermones de 1411
San Francisco de Asís – Patriarca fundador de la familia franciscana
San Pascual Bailón – Santo franciscano que residió en el Monasterio de Santa AnaRelación directa con nuestra Cofradía
Reliquia del Santo Sepulcro
Santiago el Mayor o el Zebedeo, por ser hijo del Zebedeo y de Salomé. Jesús, a él y a su hermano les puso el sobrenombre de “Hijos del Trueno”. Nace en Betsaida (Galilea) y muere en Jerusalén en el año 44, degollado por orden de Herodes Agripa. Fue uno de los discípulos más apreciados de Jesús. Según dice la tradición fue el encargado de predicar en Hispania, que lo sitúan en Gallaecia, Tarraco, Zaragoza y Portugal.
La Virgen Maria se le aparece a Santiago en un pilar en Cesaraugusta, que es la actual Zaragoza, columna que se sigue venerando en la Basílica del Pilar de Zaragoza. La tradición dice que sus discípulos lo llevaron nuevamente a Galicia donde lo enterraron en Iria Flavio. Allí lo encontró el obispo Teodomiro, en el año 813 por indicaciones de un ermitaño llamado Paio, que había visto unas luces sobre un monte, que posteriormente se construiría la Catedral de Santiago de Compostela.
El rey Alfonso convierte al apóstol en símbolo contra el islam y la imagen de Santiago Matamoros, tras la batalla de Albelda y de las Navas de Tolosa, por la aparición del apóstol contra los musulmanes. Santiago escombrado Patrono de España.
La Cofradía tiene su residencia canónica en la Parroquia de Santiago y también fue patrono de Jumilla, por todo ello esta es una de las reliquias que debíamos tener, tanto por la relación de la Cofradía, como por su relación con Jumilla y España en general.
Santiago el Menor, conocido también como el Alfeo, por ser hijo de Cleofás Alfeo, fue hermano de José y María y de Judas Tadeo. La tradición lo identifica como “Santiago el hermano del Señor”, entendiéndose como hermano “pariente”, puesto que en la Biblia se le llama hermanos a los descendientes de un mismo abuelo, por lo que se cree que era hijo de alguna hermana de la Virgen María.
Siendo el primer obispo de la comunidad cristiana de Jerusalén y cuando se reunieron los apóstoles y jefes de la iglesia en el primer Concilio de Jerusalén, fue quien redactó la carta todos los cristianos. Era conocido por la gente como “El Santo”. Mucha gente creyó en Jesús motivados por las palabras de Santiago. El historiador Flavio Josefa, dice que le llegaron grandes castigos de Dios a Jerusalén, por haber asesinado a Santiago que era considerado como el hombre más santo de su época.
Una de las frases más famosas de Santiago es la que dice “Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo" (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos).
Murió apedreado por orden del sumo sacerdote Ananías, nombrado por Herodes.
San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma que "Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia".
Por todo lo anterior la Cofradía estaba muy interesada en tener una reliquia de Santiago el Menor por ser de la misma sangre de Jesús al ser de su propia familia y primer obispo de la comunidad cristiana.
San Juan Apostol y Evangelista, hermano de Santiago el Mayor, hijo por tanto del Zebedeo y de Salomé. Jesús a él ya su hermano les puso el apodo de “Hijos del Trueno”. Era el más joven de los apóstoles y de oficio pescador en el mar de Galilea, como otros apóstoles. Vivía probablemente en Cafarnaún y era compañero de San Pedro.
San Juan estuvo siempre muy apegado a Jesús en los grandes momentos, la resurrección de la hija de Jairo, en el Huero de los Olivos y en la crucifixión de Cristo.
Es uno de los cuatro evangelistas y el que vivió en primera persona los hechos que él relata, principalmente los que se refiere a la crucifixión de Jesús y todo lo relacionado con su enterramiento.
San Juan nos relata:
19:38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.
19:39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
19:40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos.
19:41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
19:42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
San Pablo de Tarso menciona a San Juan como uno de los pilares de la Iglesia.
Para la Cofradía es muy importante contar con una reliquia de este apóstol y evangelista, por todos los conocimientos que sacamos de sus evangelios, relacionados con el enterramiento y sepultura de Cristo
Santo Tomás. Es conocido como el gemelo o el mellizo. La tradición siria dice que el nombre completo era Judas Tomás, aunque la interpretación cristiana no considera que Judas y Tomás fueran la misma persona. Se ha especulado con que fuera primo de Jesús. Se le conocen unos evangelios hallados en Nag Hammadi.
San Juan habla de la devoción que tenia Tomás hacia Jesús y lo nombra en tres ocasiones. La primera cuando los judíos amenazan con apedrear a Jesús y Tomas dice: “vayamos nosotros también, para morir con él”. La segunda referencia la hace en la última Cena cuando Jesús dice: “Vosotros conocéis el camino hacia donde voy” y Tomás le pregunta: “¿cómo podemos saber el camino?” y Jesús le responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y la tercera, para nosotros como cristianos la más importante es cuando Tomás no cree en la resurrección de Cristo y dice "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré." Jesús se aparece a Tomás y le exhorta a tocar sus heridas y el apóstol exclama: “¡Señor mío y Dios mío!”. Tomás, por tanto, fue el primero en reconocer de un modo explícito la divinidad de Jesucristo.
Se atribuye a Tomás la evangelización de Oriente. Tiene una gran importancia tanto en Siria como en la India.
En Tomás reafirma el cristianismo como certificación de la resurrección de Jesús. De ahí que sea tan importante para nuestra Cofradía poder tener una reliquia de Santo Tomás, que metió sus dedos en la herida del costado de Jesús resucitado.
San Vicente Ferrer. Vicente Ferrer nace en Valencia un 23 de Enero de 1350, recién terminada la Peste Negra. De una familia acomodada, pues su padre Guillermo Ferrer era notario, su madre se llamaba Constancia Miguel, teniendo fruto de su matrimonio seis hijos de descendencia, tres hijas y tres hijos.
Sus primeros estudios fueron en Valencia, en una de sus múltiples escuelas, donde se inició en "estudios de latinidad".
En febrero de 1367 tomó el hábito tras haber ingresado en el Convento de los Predicadores de Valencia, de la familia de los dominicos. Entre 1368 y 1375 fue enviado por sus superiores a formarse más en sus estudios, en Lérida, Barcelona y Toulouse. Dando clases en Lérida como profesor de Lógica, donde se encontraba en su época el Estudio General de la Corona de Aragón, la Universidad.
Fue nombrado por el rey Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso y el papa Clemente VII para predicar en todo el reino de Valencia, e impartiendo clases como profesor de teología en la Catedral de Valencia entre 1385 y 1390.
La participación de San Vicente, en 1412, en el Compromiso de Caspe fue fundamental para el futuro de España. Su voto fue a favor de Fernando de Antequera y tras él, su hermano y otros cinco compromisarios de Aragón y Valencia también votaron por Fernando.
Pasó su vida predicando por España, Italia y Francia, recorrió el Mediodía francés, la Auvernia, pasando luego a la Bretaña, donde transcurrirán los últimos meses de su vida. Falleció en Vannes el 5 de abril de 1419. Su sepulcro se halla en la catedral de dicha ciudad.
San Vicente Ferrer predicó en Jumilla los días 18, 19 y 20 de Abril de 1411, dando lugar a la fundación de las primeras Cofradías y al inicio de las procesiones de Semana Santa. De ahí que no pueda faltar su reliquia en nuestra Cruz Guía-Relicario.
Santo Sepulcro, la tumba que utilizaron para Sepulcro de Cristo, se encontraba en un huerto propiedad de un rico hombre llamado José de Arimatea. Se trataba de una sepultura nueva escavada en una roca, con una gran piedra para sellar la puerta. Se encontraba cercana al lugar de la crucifixión del Señor, llamado Golgota, ubicado en el exterior de las murallas de Jerusalén.
Dentro de la sepultura de Jesús se encontraba la llamada “Piedra de Deposición”, que es donde dice la tradición depositaron a Cristo para prepararlo y ser enterrado, según San Mateo dice “Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fue”. El lugar evidencia una cantera con cavernas para hacer sepulturas, especialmente para personas de buena posición social coro era José de Arimatea.
Para reprimir la primera gran rebelión del pueblo judío, los romanos destruyeron Jerusalén y lugares de gran interés de la antigua ciudad, por lo tanto la sepultura de Cristo. Sobre ella construyen un templo pagano dedicado a la diosa Venus, aproximadamente en el año 135.
Santa Elena descubrió el Santo Sepulcro, junto al cual se hallaban tres cruces, dos de los ladrones y la de Cristo. Su hijo el Emperador Constantino El Grande ordenó construir la Basílica del Santo Sepulcro, en el año 326, en el lugar que la tradición decía que se encontraba.
Jesús permaneció tres días en el sepulcro, custodiado por soldados romanos para sus discípulos no se llevaran el cuerpo. Esta es la base y fundamento de nuestra Cofradía, por lo que es esencial que en nuestra Cruz Guía-Relicario tengamos una reliquia del Santo Sepulcro.
Continuando con la labor de recuperación de antiguas tradiciones y con el ánimo de la integración franciscana de nuestra Cofradía, hemos adquirido dos antiguos Portapaces (S. XVI) para llevarlo en el inicio de nuestra cofradía, en la procesión, para darle la paz a los que se encuentren viendo la procesión, como acostumbran hacerlo cualquier franciscano al inicio de sus palabras que siempre son “Paz y bien”. Así nosotros al inicio de nuestro desfile procesional queremos desearle paz a cuantos nos estén viendo pasar, con este magnifico objeto de culto, hoy en desuso. Como era costumbre en la iglesia, siempre habían dos portapaces, uno para los hombres y otro para las mujeres.
El portapaz es un utensilio litúrgico, generalmente de materia preciosa que se ofrecía a besar a los fieles al tiempo que se deseaba o daba la paz. Catalogado dentro de las artes suntuarias es obra mixta de orfebrería y eboraria de pequeño tamaño (13 cm), realizada por los talleres de platería. Es hoy día una pieza bastante desconocida para los profanos en la Historia del Arte, e incluso para algunos no profanos, quizá por haber caído en desuso y no mostrarse más que en algunas vitrinas de iglesias y museos. El origen de estas piezas se remonta a los finales del Medievo.
El Portapaz renacentista de la Cofradía de la Guarda del Cuerpo de Cristo de Jumilla, tiene unas dimensiones de 17cm. X 10,50cm. y se enmarca dentro de la tipología realizada por D. Manuel Jesús Carrasco Terriza, encuadrado dentro del modelo tipo A, o por la profesora de la Universidad de Sevilla Dª. María Jesús Sanz Serrano. Diremos que conserva dos marcas del artista platero que lo realizó, encontrándose actualmente en estudio por la Universidad de Murcia conocer su autoría.
Lo describiremos de abajo arriba: Un podio corrido, con decoración geométrica punteada, presentando en el centro una cartela de pergamino con la Cruz de Santiago, quizás como pertenecía a la parroquia destinataria del portapaz. Dos columnas jónicas que sostienen un arco de medio punto, y enmarcan una hornacina central cubierta con venera (también muy santiaguista), en la que se encuentra como tema iconográfico la imagen de Santa Teresa de Jesús o Santa Florentina, con un libro en la mano izquierda y una pluma en la derecha. Culmina el conjunto un frontón de medio punto, en cuyo tímpano aparece la figura del Padre Eterno, que bendice con la mano derecha y sostiene el globo terráqueo con la mano izquierda. Completan la decoración en las enjutas del arco dos cabezas de querubines con las alas abiertas. A los lados del frontón y encima de las columnas, dos Ángeles sentados, de bulto redondo. Cubre el frontón una perinola torneada acabada en punta.